La depresión es sin lugar a dudas una triste causa que por ende traerá un efecto totalmente inevitable, le restará vida a tu vida. Podemos nombrar uno a uno las decenas de problemas que acarrea este «mal» pero no alcanzaría el espacio para hacerlo.
Es increíble la manera en que los seres humanos estamos a la orden de este padecimiento sicológico y que si no ponemos atención inmediata para solucionarlo, por consecuencia nos llevará a un padecimiento secundario, el padecimiento corporal, enfermar nuestra salud y hasta agravarla. La depresión se ha convertido en cierta manera una «adicción» en la que la persona se hace el hábito de dedicarle parte de su tiempo a su sentir negativo, a prestarle toda la atención a aquello que lo aqueja, que lo incomoda, que lo ha venido frustando pero que quizá ni cuenta se ha dado de su situación. Su vida poco a poco empieza a deteriorarse ya que se ha perdido en cierta forma el interés por hacer las cosas diarias a las que ha dedicado su tiempo, su vida. Cuántas veces haz caído en una situación de tristeza? en la que sin darte cuenta han pasado dos, tres horas o mucho más, sintiendo y recordando algo que te duele sentimentalmente, algo que no haz podido olvidar, algo que te ha sido difícil de aceptar y cuando reaccionas que sucede? ya se te ha ido parte del dia parte de tu vida porque así es, dedicándolo a algo que talvez ya no puedes remediar. Y digo talvez ya que si sufres una depresión por causa de alguien que ha fallecido, lógicamente no lo podrás remediar pero dime, acaso no es verdad la frase que dice: «Todo tiene remedio menos la muerte»? Sabemos perfectamente que no hay imposibles, lo que hay son cosas difíciles pero que de una u otra forma podemos darle una solución. Qué sucede cuando ya no está en nuestras manos solucionar el problema que nos ha sometido a sentirnos depresivos, pues solamente hay que soltarlo, dejarlo ir, deposítalo en las manos de Dios, del Señor, de Alá, de Jehová, en manos del Universo o como desees llamarlo de acuerdo a tus creencias. No gastes más tu tiempo, tu energía, todo tu ser, toda tu vida aprisionando un sentimiento doloroso que no te deja seguir, que no te permite continuar tu brecha, que interrumpe tu destino que le quita vida a tu vida…así de sencillo. Pregúntate si vale la pena encerrarte entre cuatro paredes y tirarte a morir. Si tu pena, tu nefasta depresión es por causa de alguien que aún vive y peor aún, que está disfrutando de la vida cuestiónate lo que dice el siguiente refrán; vale la pena matarse para que otro viva? No te permitas que éste «cáncer» como le llamo a la depresión dañe tu mente, tu alma, tu cuerpo. Date cuenta que cuando menos lo esperes la depresión correrá por tus principales órganos vitales y poco a poco los irá deteriorando y si no accionas y reaccionas quizá sea demasiado tarde.
Por favor, no le quites vida a tu vida. No seas parte de la estadistica de dejarte vencer por una depresión que al final no te servirá de nada. Practica la sonrisa de vez en cuando. Date una terapia sana. No estés con gente que te haga recordar lo que no quieres recordar. Húyele por un tiempo a la mala vibra. Reúnete con personas alegres, optimistas, mentalmente sanas, no hables de enfermedades, escucha a la gente pero no participes en seguirle la corriente quejándote con ella, dales un consejo positivo, las personas siempre deseamos escuchar palabras de aliento cuando nos sentimos mal física, mental y espiritualmente. Comprométete a cambiar tu actitud y verás que automáticamente todo el entorno cambiará. Así que…echale ganas!!
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